Leo que con motivo de la presentación de una edición crítica de las Conversaciones con monseñor Escrivá, que consta de siete largas entrevistas verificadas al fundador del Opus Dei entre los años 1966 y 1969, y en la que participaron hasta 40 afamados periodistas de nuestros días, se ha resaltado en una mesa redonda virtual la pasión de don Josemaría por la libertad, según palabras literales del titular de la noticia.
Entre los profesionales citados se menciona a Carmen Rigalt, Pedro J. Ramírez, Germán Yanke, Iñaki Gabilondo y Manuel Campo Vidal, por centrarme solo en los más conocidos. La pasión libertaria de san Josemaría me recuerda aquella frase del alcalde de Zaragoza y exministro socialista de Justicia, Juan Antonio Belloch, cuando para justificar la decisión de dar a una calle de aquella ciudad el nombre de Escrivá en sustitución del que tenía y pertenecía a un militar franquista, dijo que el fundador del Opus Dei era el aragónes más importante después de Buñuel (por encima también de Goya, supongo).
El coautor de la obra citada, José Luis Illanes, resaltó esa vocación de Escrivá de Balaguer por la libertad en el hecho de haber impulsado el santo la Facultad de Comunicacion de la Universidad de Navarra, centro privado de prestigio en el que estudiaron algunos de los periodistas mencionados.
Andrés Garrigó se refirió al respeto que le merecían al autor de Camino las personas, la libertad y la verdad, lo cual probablemente indigne a quienes conocieron el Opus ab intra y optaron por abandonar lo que muchos consideran una secta. Extraña en ese sentido, ya sea dicho en referencia al fundador o a su obra, que un profesional tan reputado como Iñaki Gabilondo haya destacado la importancia de apostar siempre por lo que se cree, por las convicciones, como si entre éstas la de la libertad fuera aplicable a la personalidad del homenajeado.
A Iñaki y a todos los colegas aludidos me gustaría recordarles, a fin de que lo hubieran tenido en cuenta a la hora de glosar el celo libertario de monseñor Escrivá de Balaguer, que el santo de su devoción fue asesor espiritual y confesor de Francisco Franco. De la indudable afinidad de don Josemaría con el régimen dictatorial y su líder quedó como prueba escrita más fehaciente esta carta que quien subió a los altares dirigió al extinto caudillo, fechada en Roma el 23 de mayo de 1958, cuya fotocopia, en unión de otras inéditas del santo, se conserva en el archivo de la Fundación Francisco Franco.
La misiva fue publicada en la revista Razón Española en su número de enero-febrero de 2001. El original de la carta está en poder de la hija del dictador, duquesa de Franco:
Al Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado español.
Excelencia,
No quiero dejar de unir a las muchas felicitaciones que habría recibido, con motivo de la promulgación de los Principios Fundamentales, la mía personal más sincera.
La obligada ausencia de la Patria en servicio de Dios y de las almas, lejos de debilitar mi amor a España, ha venido, si cabe, a acrecentarlo. Con la perspectiva que se adquiere en esta Roma Eterna he podido ver mejor que nunca la hermosura de esa hija predilecta de la Iglesia que es mi Patria, de la que el Señor se ha servido en tantas ocasiones como instrumento para la defensa y propagación de la Santa Fe Católica en el mundo.
Aunque apartado de toda actividad política, no he podido por menos de alegrarme, como sacerdote y como español, de que la voz autorizada del Jefe del Estado proclame que "la Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única y verdadera y Fe inseparable de la conciencia nacional que inspirarásu legislación". En la fidelidad a la tradición católica de nuestro pueblo se encontrará siempre, junto con la bendición divina para las personas constituídas en autoridad, la mejor garantía de acierto en los actos de gobierno, y en la seguridad de una justa y duradera paz en el seno de la comunidad nacional.
Pido a Dios Nuestro Señor que colme a Vuestra Excelencia de toda suerte de venturas y le depare gracia abundante en el desempeño de la alta misión que tiene confiada.
Reciba, Excelencia, el testimonio de mi consideración personal más distinguida con la seguridad de mis oraciones para toda su familia.
De Vuestra Excelencia affmo. in Domino
Josemaría Escrivá de Balaguer
Roma, 23 de mayo de 1958.
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